Ponentes
Descripción
Esta ponencia recoge algunos resultados del proyecto I + D: “¿Es la bioeconomía una estrategia plausible de desarrollo humano sustentable para el noreste de Uruguay? Discusión teórico-conceptual y bases empíricas para su implementación”, financiado por la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) /UDELAR), que se llevó adelante entre abril de 2021 y agosto de 2023. Asumiendo la complejidad de un concepto polisémico, se buscó reflexionar en clave de desarrollo humano sustentable, con foco en la región Noreste (Rivera, Tacuarembó y Cerro Largo). Los antecedentes fueron una serie de iniciativas de reflexión prospectiva realizados en Uruguay en los últimos años, específicamente uno sobre bioeconomía, relacionado con el ejercicio “Hacia una Estrategia Nacional de Desarrollo 2050” (OPP, 2019). El proyecto buscó comprender las múltiples acepciones del concepto de bioeconomía y su relación con la sustentabilidad, la transformación de dinámicas productivas y de consumo, el alcance del crecimiento económico, el rol de las políticas de ciencia, tecnología e innovación y la generación de esquemas de gobernanza. Se abordó el posible aterrizaje de la propuesta conceptual de la bioeconomía en Uruguay, considerando el entramado socio-productivo regional. Finalmente se analizaron las percepciones de distintos actores desde sus prácticas y expectativas sobre el potencial transformativo de sectores visualizados como bioeconómicamente estratégicos.
Desde un abordaje interdisciplinario con especialistas del campo del desarrollo, de la ciencia, tecnología e innovación (CTI), economía, ciencia de la comunicación, ciencia política y psicología, en relación a la Metodología, se llevó adelante una estrategia de métodos combinados, contemplando un componente cuantitativo y un componente cualitativo, con la aplicación respectivamente de diferentes técnicas de relevamiento. Esta ponencia se concentra en los hallazgos del componente cualitativo relacionados con la dimensión de la Gobernanza a partir de la revisión bibliográfica y documental así como la realización de entrevistas semi-estructuradas a actores nacionales y territoriales.
Resultados y Discusión: destacan hallazgos que permiten afirmar que hasta el momento no se han desarrollado marcos de gobernanza a nivel global específicos de bioeconomía, aunque es innegable que los senderos de las transformaciones bioeconómicas tienden a involucrar efectos transfronterizos con efectos globales. Organizaciones internacionales y regionales, así como la cooperación internacional juegan un rol significativo en la gobernanza de la bioeconomía, su promoción y regulación. Pueden mencionarse la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el Instituto Interamericano para la Agricultura (IICA) y la Food and Agriculture Organization (FAO). Para el caso uruguayo, las entrevistas realizadas tanto a nivel nacional, así como a organizaciones internacionales son indicativas de la fuerte incidencia de la cooperación internacional, especialmente la alemana.
En Uruguay cabe mencionar la denominada Estrategia Nacional de Bioeconomía Circular y Sostenible (EBCS) iniciada en 2017 y presentada en borrador en 2019 al finalizar el gobierno del Frente Amplio, que tuvo un proceso institucional plural y participativo, con presencia del MGAP, el MIEM, el entonces MVOTMA (hoy Ministerio de Ambiente) y la OPP. Se conformó un órgano de gobernanza (Grupo Interinstitucional de Trabajo en Bioeconomía Sostenible GIT-BS), con la participación de diez ministerios e instituciones públicas (Kefeli y Carrazzone, 2023; Pittaluga 2020a; Pittaluga 2020b). Dadas las fuertes implicancias de la ciencia y la tecnología se vinculó a la ANII, el INIA, el Instituto Clemente Estable, etc.
Actualmente, dentro del MGAP desde el inicio del ministro De Mattos, el enfoque de bioeconomía volvió a ser tematizado, encomendándose nuevas definiciones a la OPYPA. Tras una discusión semántica, de la denominación ‘Estrategia de Bioeconomía Sostenible’ se avanzó hacia ‘Estrategia Nacional de Bioeconomía Circular’, lo que intenta dialogar con esfuerzos del MIEM, vinculado a ONUDI (Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial), sumando aportes del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Se vislumbra al momento cierta fragmentación de esfuerzos de actores diversos así como fragmentación disciplinaria, sin un marco de referencia integrador como la Estrategia Nacional 2050. Tampoco surgen con claridad las formas de vinculación, articulación e inclusión de los actores privados en la definición de los futuros mecanismos de gobernanza. Para referentes del MIEM la gran debilidad actual es la ausencia de un diálogo entre todos los actores: el tema no estaría realmente sobre la mesa en lo que hace a una planificación efectiva y no se visualiza una política de Estado en esta materia: la motivación más fuerte es de carácter productivo, con impulsos desde el sector privado, donde el incentivo estaría dado por el beneficio económico.
Desde OPYPA se reconoce la necesidad de establecer vinculaciones plurales. Para el diseño futuro diversos entrevistados mencionan como estratégico al sector forestal (empresas como UPM y gremiales como la Sociedad de Productores Forestales), aunque no se explicitan modalidades para su participación, así como tampoco se excluyen otros sectores o escalas de producción.
No se visualiza un posicionamiento frente a la temática por parte del sector de los trabajadores y su representación (PIT-CNT) Existen asimismo indefiniciones respecto a la forma de articulación con los niveles territoriales, lo que desde OPYPA es planteado como una cuestión secuencial. Desde organismos de cooperación internacional se visualizan por el momento dificultades para la vinculación relativa a la bioeconomía desde el nivel nacional con los gobiernos departamentales y los municipios, por los énfasis temáticos respectivos.
Desde los niveles territoriales del Noreste se explicita la ausencia de incentivos financieros o lineamientos políticos desde el nivel nacional o la cooperación internacional en relación a la bioeconomía, aunque sí ha permeado el enfoque de economía circular. Se subraya la responsabilidad del nivel nacional: no existe una ‘traducción’ en términos de apoyos firmes a esfuerzos para avanzar en formas de producir ligadas a lo orgánico. Se expresan dudas respecto a la seriedad de las certificaciones y la falta de reglamentaciones que permitan avanzar en el registro de nuevos bioinsumos o fitoterápicos. Si bien se reconocen algunos apoyos al sector productivo desde el Instituto Plan Agropecuario (IPA) o el MGAP (por ejemplo con paquetes de estímulo al pastoreo racional), se entiende que no son políticas que marquen una tendencia, sino acciones puntuales.